Quedamos a la puerta de su casa. El coche nos llevo a traves de una carretera con sus arcenes repletos de colorido que ibamos absorbiendo con verdadera ansia. Alguna que otra casa, blanca reluciente, destacaba en un verde esperalda y el sol, que ya habia despertado entraba a traves de nuestros cristales. No era necesaria la palabra, la comunicacion estaba alli... y asi seguimos, y seguimos, y seguimos...
¿Y cuanto duró el viaje?
Un sueño.